Te cuento.
Llevo sin pisar una peluquería más de 15 años.
Nunca me ha gustado mucho ir.
Me molesta muchísimo cuando terminan de cortar el pelo y se quedan pelitos por el cuello que están todo el rato pinchando y haciendo que me pique.
Tampoco es que me guste mucho como me dejaban el corte de pelo.
Así que cojí un día, pedí prestada una máquina de cortar el pelo y al lío.
A ver, al principio no controlaba mucho, pero si me quedaba mal me rapaba y listo, en unos meses me volvía a crecer y a volver a ensayar.
Ahora se me da bastante bien y tengo mi propio material de corte.
Te voy a contar una anécdota que me pasó cuando ya tenía más o menos controlado el corte y la primera maquinilla que me compré.
Como te decía, al principio no muy bien, pero poco a poco mejor, me iba buscando las formas y viendo los números de los peines de corte para siempre hacerme el mismo corte y quedase igual.
Un día, hace ya muchos años, me puse al lío.
Al baño, donde siempre me lo corto para ir directo a la ducha.
Preparé la máquina, las tijeras, peine, todo lo necesario.
Siempre lo hacía (y hago) de la misma manera, empezaba por los lados probando con un número bajo para que quede muy corto y luego lo de arriba con un número muy alto para que quede más largo y pequeños ajustes con la tijera.
Pues ese día no sé por qué empecé por lo de arriba.
Te lo estás imaginando, ¿verdad?
Le puse el peine de corte a la máquina, la encendí, hice una pasada de prueba y… ¿qué número puse?
Pues eso.
La máquina tenía muchos peines y no puse el de siempre, llevaba más tiempo del que suelo tardar en cortarme el pelo y me confundí.
No sé por qué puse uno de los pequeños.
¿Qué pasó?
Pues que me tocó volver a los comienzos y hacer un cambio de look.
Toda la cabeza al número pequeño.
En unos meses volví al mismo corte.
Esto nos lleva a lo que me pasó el otro día.
No sé por qué, parece que ha sido fallo mío o eso dice el proveedor, me han mandado más rollos de lienzo de lo que suelo pedir.
Dirás: “bueno Jonathan, no pasa nada, ya se irá gastando”.
Sí, pero he pensado que como tengo de más y tú necesitas un regalo pronto, y un Foto Lienzo es un regalazo, pues te voy a poner una oferta.
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Lo que se suele llamar un win-win.
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Jonathan
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